Los seres humanos
seguimos incrementando el número de personas llamadas a la vida. ¿Qué tiene la
vida que la hace tan atractiva para nosotros? Es curioso constatar que el ser
humano, independientemente de su condición, está fuertemente apegado a la vida;
incluso cuando está sujeto al sufrimiento que le produce una enfermedad, sigue
persistentemente queriendo vivir.
¡Vivir es maravilloso! Todos apreciamos enormemente nuestra vida y, si somos coherentes apreciaremos también la vida de los demás. Entre esos otros cuya vida nos parece valiosa, los que tenemos en primer lugar están nuestros hijos. Una vez encontré una compañera de escuela que hacía tiempo que no veía y al verme embarazada, y sabiendo que yo tenía ya otros hijos, me preguntó “¿Para qué tienes hijos?”. Yo me quedé momentáneamente muda. ¿Acaso los hijos se tienen para algo más que para que existan, para que vivan, para que sean? Me pareció que ella tenía una idea utilitarista de lo que es un hijo y tal vez no sea la única persona que piensa así.
Recuerdo una película
muy vieja “Ayer, hoy y mañana”, en la que Sofía Loren interpretaba el papel de
una mujer que por algún delito que había cometido merecía la cárcel. Sin
embargo, la ley no permitía encarcelar a una mujer embarazada o que estuviera
criando a su hijo. Esta mujer, cada vez que destetaba al niño, apresuraba a su
marido a “trabajar” intensamente para lograr un nuevo embarazo. La película
resultaba muy graciosa pues era del género de la comedia, pero analizando el
caso estamos ante un utilitarismo de la vida y la persona de los hijos y ¡eso
no se vale!, porque al ser humano no debe nunca tratársele como un medio
para algo. La persona humana es un fin en sí misma y como tal debe ser
considerada.
No es, por ejemplo,
raro el caso de las mujeres que buscan embarazarse para “atar” a un hombre con
el vínculo de la paternidad compartida. Estos son otros casos de utilización de
los hijos que atentan contra su dignidad.
Y, entonces, ¿por qué
tener hijos? Los hijos se deben tener porque consideramos que su existencia es
un valor en sí misma; porque reconocemos la enorme dignidad que como tales
tendrán; porque es la consecuencia natural de la unión entre una mujer y
un hombre que se aman y se lo expresan de todas las formas posibles que su amor
conoce. Un hijo es un signo de la unidad que hay entre los que se aman, es una
síntesis viva del padre y la madre, que se convierten en la razón más
importante para luchar, para trabajar, para mejorar el ambiente en que vivimos.
Los hijos, su vida, su
existencia, es para los padres tan importantes que su pérdida es, ciertamente,
la más dolorosa que puede haber. Una madre, o un padre, preferirían morir
antes que perder un hijo. Esto es verdad incluso en los casos en que el
hijo haya sido concebido involuntariamente.
Estoy convencida de
que hoy por hoy, es muy necesario que volvamos a valorar la vida y muy
especialmente el valor de la vida de los hijos para sus padres.
Fuente: Autor. Ma. Teresa Magallanes V., Publicado en www.redfamilia.wordpress.com
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